jueves, 12 de abril de 2012

GEOMETRÍA POLÍTICA

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Es Juan Montalvo, el magnífico escritor ecuatoriano, quien en su Geometría Moral describe los andares del sentimiento y del pensamiento, situándolos en el plano y en el espacio para medir su tamaño. Por lo tanto nos legó una posición, un punto de vista, desde el cual se pueda considerar cómo se desplazan tales sentimiento y pensamiento en el cuerpo social. Lo anterior me sirve, pues, para medir los alcances de la acción política, siendo el hecho que de los seis grandes partidos que hay en México, y conforme a ciertas estadísticas, tres son conservadores incluidos sus afiliados (PRI, PAN y PANAL) y tres liberales (PRD, PT y Movimiento Ciudadano). Así está la geometría política en términos generales.
Ahora bien, en anterior artículo que intitulé Tres Opciones (El Sol de México, 9 de febrero de 2012) señalaba yo el centro (PRI), la izquierda (PRD) y la derecha (PAN). La verdad es que este juicio sigue vigente. Es importante resaltarlo porque al margen del desarrollo de la campaña política, de sus vicisitudes, el elector debe tener una conciencia muy clara de dónde se sitúan los candidatos, teniendo en cuenta su ideología y la historia de la República. ¿Qué es lo que queremos? ¿Qué el país permanezca en un centro cómodo, de concesiones lo mismo en el interior que en el exterior? ¿Qué se incline hacia un conservadurismo que no va de acuerdo con la tradición mexicana, con las gestas por las que ha atravesado la patria, o que se defina respetando el sentido del pasado, de la Independencia, de la Reforma, de la Revolución? La primera se alimentó con los ideales del Iluminismo y de la Ilustración, con los afanes revolucionarios de Francia y de las colonias inglesas en América, la segunda y la tercera con las ideas liberales que implican una revolución del espíritu y de la conciencia, culminando con la lucha de 1910 que fraguó en 1917 en una Constitución impecable, de contenido claramente socialista y primera en consagrarlo en el continente. El votante tiene un compromiso: no dar la espalda a la nación. Yo no dudo que los partidos del centro y de la derecha tengan su dosis de afán revolucionario que corre por sus venas. El PRI así surgió, en sus mejores épocas que ya han quedado atrás. El PAN, por su parte, se inspiró en un socialismo cristiano que en manos de la Iglesia ("con la Iglesia topamos, Sancho") se ha vuelto, salvo contadas excepciones, un templo lleno de mercaderes hipócritas que el propio Cristo expulsó. Fariseos, lobos con piel de oveja. El gran Fernando de los Ríos, en su Sentido Humanista del Socialismo, los llamó herejes de la verdad. Y no digamos lo que pasa cuando esos lobos, rosario y escapulario en manos, llegan a la política. Por eso es que el elector debe observar, pensar, meditar y decidir de acuerdo con sus convicciones. Sin embargo, ¿dónde vivimos, en que país, en qué área del mundo? El hombre social no es un Robinson Crusoe, aislado y triste, perdido en medio del mar océano. Tenemos algo imponderable e intangible que se llama historia. Está en los libros y en la llamada memoria histórica, que no todos tienen. Clío es una diosa escurridiza, pero cuando se aparece clama por su sitio, por su lugar. Vivimos en un país cuya historia individual, mínima si se quiere, escribimos los hombres a diario. Vamos bordando con un tejido minucioso la gran historia de nuestro tiempo, que debe ser coherente con la de nuestros padres y con la que heredaremos a nuestros hijos. Vivimos en un país con una tradición, con un pasado. Y si las leyes físicas enseñan que el pasado, el presente y el futuro son lo mismo, con mayor razón lo son las leyes morales, jurídicas y políticas. Sólo hay tres puntos, el centro, la derecha y la izquierda. En los discursos de los candidatos es fácil distinguirlos si pone uno atención. Son puntos convencionales, de una geometría política también convencional. No obstante poseen un contenido y una esencia. Y al escucharlos en esos discursos aparece siempre la verdad de cada candidato, que debe corresponder a nuestra verdad.
Por eso hay que votar con sentido histórico unido a la convicción política.

No hay comentarios: