OLGA PELLICER
En estos días de celebraciones religiosas y campañas electorales hay pocos alicientes para mirar hacia el mundo. Sin embargo, existen diversos problemas que merecen seguimiento por representar un riesgo para la paz internacional. La proliferación de armas nucleares es uno de ellos; los casos de mayor peligro se encuentran en tres países: Corea del Norte, Irán y Pakistán.
De acuerdo con las declaraciones de sus dirigentes, Corea del Norte está listo para colocar en órbita un satélite utilizando un misil de largo alcance. El propósito, de acuerdo con ellos, es puramente pacífico. No obstante, semejante acción va en contra de resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que han prohibido expresamente a Corea del Norte realizar operaciones con misiles balísticos. Las razones de dicha prohibición se refieren a la dificultad de disociar tales misiles de la posibilidad de que sean utilizados para transportar las armas nucleares que Corea del Norte viene desarrollando ante los ojos indignados de la comunidad internacional.
La noticia sobre la decisión de lanzar ese misil cayó como un balde de agua fría en momentos en que Estados Unidos, durante pláticas efectuadas en Beijing, había alcanzado un acuerdo con los nuevos dirigentes de Corea del Norte para que comenzaran el desmantelamiento de su programa nuclear a cambio de recibir ayuda alimentaria.
El asunto de los misiles regresa la tensión entre los dos países al punto de partida, paralizando el proyecto de envío de alimento y colocando en posición particularmente difícil al presidente Obama, quien esperaba hacer gala del proceso de reconciliación cuando participaba en la Cumbre de Seguridad Nuclear que acaba de tener lugar en Seúl. En cambio, el asunto del desafío norcoreano se convirtió en uno de los problemas más enojosos de dicha cumbre y ha puesto en evidencia lo poco confiable que resulta negociar con Corea del Norte.
El segundo gran motivo de preocupación es Irán, de donde provienen noticias muy contradictorias. De una parte, Irán espera iniciar pláticas sobre su programa nuclear con Estados Unidos, China, Rusia y algunos países de la Unión Europea el próximo 13 de abril. Según noticias de prensa, tales pláticas se desarrollarían en Turquía, lo que indica la interesante participación de potencias medias o emergentes en las discusiones dirigidas a reducir la tensión en las relaciones de las potencias occidentales con Irán.
Interesa tomar nota de la declaración a favor de una solución pacífica al problema del programa nuclear de Irán, proveniente de la última reunión de los países conocidos como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Por otra parte, la secretaria de Estado Hillary Clinton, sin dejar de señalar que las pláticas tendrán lugar, ha expresado dudas sobre la sinceridad de Irán para negociar y ha anunciado la ampliación de las sanciones económicas contra ese país, en particular relacionadas con la suspensión de compras de petróleo.
Los peligros en torno a Irán son serios por las repetidas amenazas de Israel de lanzar ataques aéreos sobre las centrales nucleares iraníes, así como por las dificultades para que el presidente Obama, básicamente en contra de una acción de ese tipo, pueda resistir las presiones internas para acompañar a su mejor aliado en el Medio Oriente. Las pláticas que se realicen a partir del 13 de abril son, pues, fundamentales para determinar el curso de los acontecimientos, al menos en los próximos meses.
El tercer motivo de preocupación es Pakistán; en este caso la presencia de armas nucleares no es novedad, pero sí lo son algunas circunstancias que justifican mayores temores respecto al peligro que representan. Ha cambiado la relación entre Pakistán y Estados Unidos: se ha hecho cada vez más tensa y se ha acentuado la debilidad del gobierno paquistaní para asegurar el control de dichas armas. Las incertidumbres son mayores a medida que se aproxima la salida de las tropas de la OTAN del vecino Afganistán y, por lo tanto, se abren interrogantes sobre la situación que imperará a partir de entonces en aquella parte del mundo, en particular los márgenes de acción de los talibanes.
Tales circunstancias, vinculadas todas al peligro real o percibido de armas nucleares, tienen un efecto perverso sobre la estabilidad internacional. Por ejemplo, dan lugar a proyectos estadunidenses para la instalación de sistemas de defensa antimisiles en Europa para “protegerla” de eventuales ataques nucleares provenientes de Irán, lo cual es resentido por Rusia como un peligro para su seguridad nacional y da a sus dirigentes argumentos para justificar el crecimiento alarmante del gasto en armamento por parte de ese país.
Desde otro punto de vista, dichas situaciones contribuyen a sembrar dudas sobre quienes tienen mayor influencia en la búsqueda de una solución. China ha adquirido mayor peso por el papel central que desempeña en el caso de Corea del Norte y por la importancia que su voz, aunada a la de Rusia, tiene en el Consejo de Seguridad de la ONU para tratar el tema de Irán. En ambos casos, la nueva gran potencia asiática se distingue por seguir su propio juego, que se combina, en ocasiones con dificultades, con el de Estados Unidos.
Atravesamos así por un periodo de riesgos e incertidumbres respecto a problemas que amenazan la paz mundial. Cualquiera que sea el rumbo que tome la solución o empeoramiento de dichos problemas afectará a México. Aunque el tradicional ensimismamiento del país, acentuado en estos días electorales, transcurra sin que aparentemente las amenazas a la paz mundial lo perturben.
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