Adentrarse al mundo de las telecomunicaciones es como sumergirse en las aguas turbulentas de un remolino sin fondo. Diariamente aparecen versiones de una misma historia contadas en lo que parecieran diferentes idiomas. Y es que el Estado y sus poderes mantienen posiciones contrarias entre ellos y contradictorias a su interior cada uno tirando de la cuerda en direcciones diferentes rehenes teóricos de los poderes tácticos. No hace mucho que el desarrollo tecnológico potencializó las comunicaciones electrónicas y abrió un universo de opciones ilimitadas desde el celular hasta televisión por internet. Producto de este avance y de la apertura a la competencia se desató una guerra sin cuartel entre jugadores del sector privado interesados en llevarse una tajada de los mercados que estaban en manos de los monopolios tanto de telecomunicaciones como de televisión que entonces eran aliados. Pero tan pronto como fue posible digitalizar y transmitir por cualquier medio físico la voz el video y los datos la frontera fisica que antes separaba ambos mercados súbitamente desapareció. Sin barreras que limiten el tipo de servicios que pueden ofrecer los antes aliados se enfrentan al riesgo de competir por el mercado convergente de la te
lefonía la televisión y el internet. La guerra que hasta entonces era predominantemente del sector privado pasó a la esfera de lo público en donde los poderosos defienden sus intereses utilizando el potencial mediático y económico que detentan acercándose a la clase política que percibe su apoyo como la principal alternativa de aparecer de ser encuestados y no ser olvidados por la población.
En esta guerra no hay buenos ni malos, hay intereses privados que se defienden y los defensores o detractores de cada postura son encasillados como cómplices o enemigos garantizando su permanencia en cargos o evitando su apagón en medios.
Así mientras Telmex se defiende en tribunales en contra de diversas decisiones de la SCT y Telcel Telefónica y Iusacell hacen lo propio en contra de decisiones que favorecen a Axtel la Canitec brazo armado de Televisa y sus aliados se escuda en la reticencia de Telmex a cumplir las decisiones de la autoridad como justificación para impedir su entrada en el mercado de la televisión de paga. En respuesta y como defensa Telmex estableció una alianza comercial
con MVS para que con sus servidos de telefonía e internet Dish México ofrezca televisión de paga.
Por su lado MVS debate el refrendo de sus concesiones en las frecuencias de 2.5 GHz con la intención de ofrecer telefonía e Internet de banda ancha refrendo que algunos consideran sería un flagrante acaparamiento de frecuendas por un operador argumentando que 190 MHz son
más que suficientes para la coexistencia de al menos tres competidores Televisa inconforme con la falta de acción del gobierno para impedir la alianza comercial de Telmex con MVS y el retraso para frenar la cuestionable incursión de Televisión Azteca en el mercado de la televisión de paga que utilizando su canal digital transmite seis señales por las que cobra a través de la venta de un transformador multiplexor está al acecho de quien se atreva a mencionar la posibilidad de lanzar una nueva cadena de televisión abierta y defiende a ultranza su derecho a cobrar por la transmisión de sus señales de televisión abierta sin toda vía poner demasiado esfuerzo en evitar la obligación de que sus cableras transmitan sin costo canales de televisión abierta que en un futuro pudieran aparecer.
Entretanto el Senado debate la eliminación de restricciones a la inversión extranjera en comunicaciones y hasta se habla de la intención de legislar para hacer disponibles más de los dos hilos de la red de fibra óptica de la CFE que el Ejecutivo pretende licitar. Sin embargo aún no resuelven el problema de la renovación de concesiones de radio que mantiene a los radiodifusores en absoluta incertidumbre jurídica.
Éstas son algunas de las facetas de una guerra de cuyo resultado depende en gran medida el futuro de México. Y si bien cualquier intento por resolverla pudiera resultar políticamente mortal el poder público debe ser suficiente para anteponerse a cualquier interés individual
y privado. Es tiempo de que el gobierno ejerza su poder y defina su posición buscando alinear fuerzas para librar una batalla final que demuestre la supremacía del Estado Es esto o la condena a una interminable guerra que sólo interesa a quien pudiera beneficiarse del caos.
lefonía la televisión y el internet. La guerra que hasta entonces era predominantemente del sector privado pasó a la esfera de lo público en donde los poderosos defienden sus intereses utilizando el potencial mediático y económico que detentan acercándose a la clase política que percibe su apoyo como la principal alternativa de aparecer de ser encuestados y no ser olvidados por la población.
En esta guerra no hay buenos ni malos, hay intereses privados que se defienden y los defensores o detractores de cada postura son encasillados como cómplices o enemigos garantizando su permanencia en cargos o evitando su apagón en medios.
Así mientras Telmex se defiende en tribunales en contra de diversas decisiones de la SCT y Telcel Telefónica y Iusacell hacen lo propio en contra de decisiones que favorecen a Axtel la Canitec brazo armado de Televisa y sus aliados se escuda en la reticencia de Telmex a cumplir las decisiones de la autoridad como justificación para impedir su entrada en el mercado de la televisión de paga. En respuesta y como defensa Telmex estableció una alianza comercial
con MVS para que con sus servidos de telefonía e internet Dish México ofrezca televisión de paga.
Por su lado MVS debate el refrendo de sus concesiones en las frecuencias de 2.5 GHz con la intención de ofrecer telefonía e Internet de banda ancha refrendo que algunos consideran sería un flagrante acaparamiento de frecuendas por un operador argumentando que 190 MHz son
más que suficientes para la coexistencia de al menos tres competidores Televisa inconforme con la falta de acción del gobierno para impedir la alianza comercial de Telmex con MVS y el retraso para frenar la cuestionable incursión de Televisión Azteca en el mercado de la televisión de paga que utilizando su canal digital transmite seis señales por las que cobra a través de la venta de un transformador multiplexor está al acecho de quien se atreva a mencionar la posibilidad de lanzar una nueva cadena de televisión abierta y defiende a ultranza su derecho a cobrar por la transmisión de sus señales de televisión abierta sin toda vía poner demasiado esfuerzo en evitar la obligación de que sus cableras transmitan sin costo canales de televisión abierta que en un futuro pudieran aparecer.
Entretanto el Senado debate la eliminación de restricciones a la inversión extranjera en comunicaciones y hasta se habla de la intención de legislar para hacer disponibles más de los dos hilos de la red de fibra óptica de la CFE que el Ejecutivo pretende licitar. Sin embargo aún no resuelven el problema de la renovación de concesiones de radio que mantiene a los radiodifusores en absoluta incertidumbre jurídica.
Éstas son algunas de las facetas de una guerra de cuyo resultado depende en gran medida el futuro de México. Y si bien cualquier intento por resolverla pudiera resultar políticamente mortal el poder público debe ser suficiente para anteponerse a cualquier interés individual
y privado. Es tiempo de que el gobierno ejerza su poder y defina su posición buscando alinear fuerzas para librar una batalla final que demuestre la supremacía del Estado Es esto o la condena a una interminable guerra que sólo interesa a quien pudiera beneficiarse del caos.
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