miércoles, 25 de noviembre de 2009

LOS RESULTADOS RESPALDAN LOS DICHOS DE STIGLITZ

JESÚS CANTÚ

Los fieles escuderos del Presidente Felipe Calderón, el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, el Secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero y el líder de los senadores blanquiazules, Gustavo Madero, salieron de inmediato al paso de las declaraciones del premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz, pero a presentar ningún argumento para refutarlas. Absolutamente todos los países del mundo padecieron la crisis financiera internacional, desatada por la recesión norteamericana; obvio que el impacto fue mayor o menor, en función del grado de dependencia de las economías y, en ese sentido, México es por mucho el más dependiente. No todos padecieron la caída en la producción petrolera o la de los precios internacionales del crudo, pero algunos sí padecieron igualmente la disminución de los precios y la demanda de sus principales producto de exportación. Y, a pesar de ello, muchos pudieron reaccionar más rápida y eficazmente para evitar una caída de las proporciones que sufre México. Las respuestas de los tres funcionarios públicos son insostenibles. La de Carstens porque la excusa de la caída en la producción petrolera, era previsible y, por lo mismo, el País y particularmente el Gobierno, debieron prepararse para ello. Cantarell empezó a declinar desde 2005 y se sabía que la baja en su producción se iría acelerando, así que había que tomar las medidas necesarias para soportarla. La fuerte petrodependencia fiscal de México era uno de los puntos más débiles de la economía nacional y de los argumentos más fuertes del Gobierno para impulsar la reforma fiscal, misma que fue muy elogiada por el mismo Presidente Calderón, que el sábado 15 de septiembre calificó como "un paso difícil pero indispensable". Y respecto a la desaceleración mundial, pues eso es precisamente lo que Stiglitz está criticando, el mal manejo de México de esta crisis. Los otros dos ni siquiera presentaron argumentos, se limitaron a tratar de descalificar al premio Nobel. Cordero, señalando: "Creo que Stiglitz no conoce a detalle las políticas contracíclicas que instrumentó el gobierno mexicano, no conoce la realidad de las finanzas públicas mexicanas; mejor que se ponga a leer un poquito más de México". Quizá no conozca a detalle dichas políticas, pero sí conoce los efectos de las mismas y, por lo mismo, precisamente las cuestiona. Y Madero, primero declaró que no sabía "que jabón lo patrocina" y, enseguida, trató de llevar agua a su molino, apuntando que las declaraciones de Stiglitz apoyan la necesidad de impulsar las reformas que otros países ya han logrado. Pero la única posibilidad de defensa es señalar que sin las medidas adoptadas por el Gobierno los impactos todavía hubiesen sido peores, lo cual no puede demostrarse, simplemente hay que creerlo como dogma de fe. Pero lo cierto es que la economía mexicana es la más afectada de América Latina, que de acuerdo a las previsiones económicas más optimistas la caída será de 8 por ciento; pero lo peor es que la recuperación será muy lenta, pues se espera que se hasta 2012, cuando se alcancen los niveles de la pre crisis en septiembre de 2008. De acuerdo a los pronósticos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, en 2010 la economía mexicana crecerá 2.7 por ciento; y en el 2011, 4 por ciento, por lo cual será hasta 2012, cuando se logren recuperar el nivel del Producto Interno Bruto de septiembre de 2008. Y los impactos sobre los niveles de pobreza son todavía más notables, pues aun antes de la crisis, el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, ya señalaba en su reporte Panorama Social de América Latina 2009: "El único país en el que se registró un empeoramiento en la situación de la pobreza fue México, cuyo incremento de 3.1 puntos porcentuales entre 2006 y 2008 refleja los primeros efectos de la crisis económica que se empezó a manifestar hacia fines del año". De acuerdo con la citada publicación la pobreza alcanzó en el 2008 al 34.8 por ciento de la población, alrededor de unos 37 millones de mexicanos y superior al 31.7 por ciento que la padecían en el 2006. Los números son irrefutables: México es el país de América Latina que más padeció la recesión; el que más tardará en recuperarse; y en el que se incrementó la pobreza. Eso es precisamente en lo que Stiglitz se basó para afirmar que el manejo de la crisis ha sido uno de los peores del mundo; para señalar que incrementar impuestos en momentos de recesión es precisamente actuar en contra de la ortodoxia económica, donde lo recomendable es al contrario inyectar recursos a la economía y recomendar la diversificación de mercados, para no depender exclusivamente de la recuperación norteamericana, que por lo demás parece que será igualmente débil y lenta. Pero además Stigitz no es el primero ni el único que ha emitido estos juicios, de hecho la diferencia es la autoridad moral y el respaldo teórico y práctico del emisor. Lo realmente sorprendente es que a pesar de todo el gobierno mantenga sus decisiones contra viento y marea, que en este caso son las opiniones contrarias de un amplio sector de la población y los fríos datos de la evolución económica y social del país. Una reacción más sensata y menos visceral hubiese sido el buscar a Stiglitz, para que precisara sus observaciones, y repasar las políticas implementadas, desde el inicio de la crisis y sus impactos. Una de las mayores virtudes de los estadistas es saber escuchar a los expertos y el reconocer y enmendar sus errores cuando los cometen; pero en México parece que esto sería tanto como cavar su tumba, por lo mismo normalmente se persevera en las mismas políticas al margen de los resultados que éstas arrojen. Este es un buen momento para hacer un alto: revisar lo que se ha hecho, lo que se ha dejado de hacer y lo que falta por hacer; rectificar, reforzar y ratificar, pero no simplemente como una reacción automática, sino producto de una análisis serio y profundo. Y, desde luego, que opiniones como la de Stiglitz son para escucharse y reflexionarse, no para refutarse automática e irreflexivamente.

No hay comentarios: