Por donde se le vea el resultado del trabajo legislativo en torno al paquete de ingresos para 2010 es por decirlo suavemente un muégano que a nadie dejó satisfecho. Dicen que en temas tributarios el dilema no siempre está entre lo deseable y lo posible sino a veqes entre lo malo y lo peor pero los diputados del PAN y del PRI se afanaron en optar por lo segundo.
Una mala negociación empujada por un Presidente desesperado no sólo ha conducido al peor paquete impositivo en lustros sino también a la confrontación entre las dos cámaras del Congreso y al interior de los dos grupos parlamentarios de mayor peso numérico y más alta responsabilidad.
Entre romper con la ortodoxia que ha hundido a la economía mexicana y las finanzas públicas o romper con el Senado, Felipe Calderón optó por lo segundo. Lo ha hecho al propiciar una negociación excluyente en la que logró embarcar a la coordinación del PRI en la Cámara de Diputados, a la dirigente nacional de ese mismo partido y a un reducido grupo de sus gobernadores encabezado por Enrique Peña Nieto, quienes vieron la oportunidad de tomar marventaja ventaja en la carrera hacia el 2012.
La impericia negociadora de Josefina naVázquez Vázquez Mota y su burbuja, a la que se añade su incapacidad explicativa tuvo que ser suplida por el titubeante secretario de Hacienda pero sobre todo por el Presidente que terminó tronando en contra de los críticos de sus propuestas especialmente la cúpula empresarial. La denuncia presidencial en contra de las grandes empresas beneficiarías de las leyes que ni Calderón ni los diputados quisieron cambiar deja un saldo de amargura y desconfianza. Que López Obrador despotrique en contra de los empresarios se entiende pero que el Presidente lo haga con el mismo tono y tonada abre una distancia que se antoja imposible cerrar en lo que queda del sexenio.
Que de la negociación original fueron excluidos los coordinadores parlamentarios del Senado es un hecho reconocido por varios e importantes senadores del PRI y del PAN.
Si lo que el Ejecutivo buscaba era abrir una ruta alterna de negociación con el Congreso que no pasara por las oficinas del PRI en Torre Caballito ni por la Torre Azul se equivocó por completo como se equivocaron quienes lo acompañaron en esa ruta. Lo que logró fue dinamitar los puentes y reabrir el sendero del conflicto.
No fueron pocos los diputados del PRI y del PAN que reprobaron el aumento del IVA algunos de ellos son precandidatos a gobernar sus estados de origen. Manlio Fabio Beltrones tuvo que dar un paso atrás en aras de la unidad de su bancada la mayoría de los senadores del PRI abandonaron el recinto para no votar el incremento al IVA mientras que los pocos que votaron se abstuvieron. Esta semana los senadores tendrán que confirmar o rectificar algunas de las modificaciones que aprobaron la semana pasada, pues los diputados confirmaron sus decisiones originales. Esto no se había visto en mucho tiempo.
Dicen que en política lo que parece es y lo que aparece como tras fondo de la discrepancia entre el Ejecutivo y las cámaras es el cálculo de costos y beneficios electorales en los tres años siguientes. En una parte del PRI permanece intocado el recuerdo de los costos de la roqueseñal a la que muchos atribuyen las derrotas electorales de los años posteriores. Cuando los senadores del PRI en respuesta a César Nava exigieron al gobierno y al PAN asumir las decisiones y pagar el costo no hicieron sino traer al presente la lamemoria memoriade de aquellos hechos y las incumplidas promesas de campaña.
Las discrepancias habrán de ahondarse en la negociación del presupuesto de gastos los diputados tendrán que cargar cargarcon contodo todo el peso de las exigencias de los ejecutivos locales que en procesión acuden ante San Lázaro. Por más ajustes que hagan la cobija no alcanza los gobernadores que apoyaron el aumento de ingresos quieren tener mano.
El reparto de culpas empezará de inmediato. Todos perdieron, 14 elecciones locales serán el escenario de una confrontación sin tregua en 11 estados eligen gobernador.
Una mala negociación empujada por un Presidente desesperado no sólo ha conducido al peor paquete impositivo en lustros sino también a la confrontación entre las dos cámaras del Congreso y al interior de los dos grupos parlamentarios de mayor peso numérico y más alta responsabilidad.
Entre romper con la ortodoxia que ha hundido a la economía mexicana y las finanzas públicas o romper con el Senado, Felipe Calderón optó por lo segundo. Lo ha hecho al propiciar una negociación excluyente en la que logró embarcar a la coordinación del PRI en la Cámara de Diputados, a la dirigente nacional de ese mismo partido y a un reducido grupo de sus gobernadores encabezado por Enrique Peña Nieto, quienes vieron la oportunidad de tomar marventaja ventaja en la carrera hacia el 2012.
La impericia negociadora de Josefina naVázquez Vázquez Mota y su burbuja, a la que se añade su incapacidad explicativa tuvo que ser suplida por el titubeante secretario de Hacienda pero sobre todo por el Presidente que terminó tronando en contra de los críticos de sus propuestas especialmente la cúpula empresarial. La denuncia presidencial en contra de las grandes empresas beneficiarías de las leyes que ni Calderón ni los diputados quisieron cambiar deja un saldo de amargura y desconfianza. Que López Obrador despotrique en contra de los empresarios se entiende pero que el Presidente lo haga con el mismo tono y tonada abre una distancia que se antoja imposible cerrar en lo que queda del sexenio.
Que de la negociación original fueron excluidos los coordinadores parlamentarios del Senado es un hecho reconocido por varios e importantes senadores del PRI y del PAN.
Si lo que el Ejecutivo buscaba era abrir una ruta alterna de negociación con el Congreso que no pasara por las oficinas del PRI en Torre Caballito ni por la Torre Azul se equivocó por completo como se equivocaron quienes lo acompañaron en esa ruta. Lo que logró fue dinamitar los puentes y reabrir el sendero del conflicto.
No fueron pocos los diputados del PRI y del PAN que reprobaron el aumento del IVA algunos de ellos son precandidatos a gobernar sus estados de origen. Manlio Fabio Beltrones tuvo que dar un paso atrás en aras de la unidad de su bancada la mayoría de los senadores del PRI abandonaron el recinto para no votar el incremento al IVA mientras que los pocos que votaron se abstuvieron. Esta semana los senadores tendrán que confirmar o rectificar algunas de las modificaciones que aprobaron la semana pasada, pues los diputados confirmaron sus decisiones originales. Esto no se había visto en mucho tiempo.
Dicen que en política lo que parece es y lo que aparece como tras fondo de la discrepancia entre el Ejecutivo y las cámaras es el cálculo de costos y beneficios electorales en los tres años siguientes. En una parte del PRI permanece intocado el recuerdo de los costos de la roqueseñal a la que muchos atribuyen las derrotas electorales de los años posteriores. Cuando los senadores del PRI en respuesta a César Nava exigieron al gobierno y al PAN asumir las decisiones y pagar el costo no hicieron sino traer al presente la lamemoria memoriade de aquellos hechos y las incumplidas promesas de campaña.
Las discrepancias habrán de ahondarse en la negociación del presupuesto de gastos los diputados tendrán que cargar cargarcon contodo todo el peso de las exigencias de los ejecutivos locales que en procesión acuden ante San Lázaro. Por más ajustes que hagan la cobija no alcanza los gobernadores que apoyaron el aumento de ingresos quieren tener mano.
El reparto de culpas empezará de inmediato. Todos perdieron, 14 elecciones locales serán el escenario de una confrontación sin tregua en 11 estados eligen gobernador.
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