martes, 5 de enero de 2010

2010, ¿ALGO QUE FESTEJAR?

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

Año de bicentenario y centenario, del inicio de la guerra de independencia, y de la proclama maderista que marcó el principio del fin de la dictadura de Porfirio Díaz. 2010 tiene el misterio y el encanto de los años axiales; unos lo ven con oportunidad, otros como riesgo. Quizá para la mayoría de los mexicanos será, simple y sencillamente, un año más, que esperamos menos malo que el anterior. Al iniciar la segunda década del siglo XXI la inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra en una situación marcada por la desesperanza que alimentan por igual la carencia de lo básico -para millones-, la falta de oportunidades o la certidumbre de que el progreso, si llega, vendrá después. Siempre es posible imaginar algo peor, pero lo cierto es que en este año lo que no parece haber, salvo la evocación histórica, es algo por que festejar.Como nación y como sociedad estamos atorados en un pantano en el que día con día nos hundimos un poco más. Los últimos impulsos de renovación y cambio tuvieron lugar hace más de una década. En la economía, las reformas estructurales ocurrieron en la primera mitad de los noventa, culminando con la firma del TLCAN, hoy agotado en su capacidad de otorgar dinamismo a la producción, el comercio y los servicios. En lo social, los programas de atención a la pobreza extrema, concebidos como medidas temporales al inicio de aquella misma década, han devenido en barril sin fondo; no permiten superar la causa del problema, más bien parecen reproducirlo y ampliarlo. Nunca se gastó tanto en dar a los pobres, y nunca antes hubo tantos pobres. Algo está mal.La educación es, salvo islotes, zona de desastre; México ha procreado varias generaciones de inempleables, millones formalmente educados, muchos con título profesional, pero sin los conocimientos, habilidades ni destrezas para merecer un empleo formal. Siempre hay un peldaño más abajo: la generación "ni-ni". Siete millones de jóvenes -pueden ser más- que ni estudian, ni trabajan; carne de cañón para la delincuencia, bomba de tiempo que más temprano que tarde estallará a las puertas de nuestras casas.La salud pública va para atrás a pasos agigantados; el Seguro Popular, engaño del foxismo, es ahora promocionado como el gran logro de los gobiernos panistas. Millones más tienen derecho a la salud, al menos en los comerciales del gobierno, aunque no hay suficientes hospitales, ni camas, ni equipos, ni medicinas, ni médicos, ni enfermeras. Desvincular el derecho a la salud del derecho al trabajo ha sido un error, agravado por la ausencia de la reforma tributaria que dotara al Estado de los recursos indispensables para atender a millones de nuevos derechohabientes, que quizá trabajan, pero no cotizan. En menos de tres décadas, sucesivos gobiernos acabaron con el mayor recurso natural no renovable de México: el petróleo. Un hilo conductor une a López Portillo con Vicente Fox: la irresponsabilidad, el derroche y la frivolidad. En descargo del primero, al menos en su sexenio se realizaron las últimas megaobras de Pemex; el segundo dilapidó en gasto corriente la última bonanza, de lo que quedó se encargó el saqueo.La infraestructura del país rechina de puro vieja; es cierto, hay más carreteras, pero no conducen a casi ningún destino productivo; han permitido a millones de campesinos y trabajadores emigrar a Estados Unidos, a otros engrosar el lumpenproletariado que satura las metrópolis del centro-norte de México. Seguimos careciendo de vías férreas, puertos, aeropuertos, almacenes, servicios, plantas fabriles que nos permitan competir en nuestro propio mercado y en el mundo.En lo que no hemos parado es en materia de reformas electorales, que nos han dado relativa confianza en la certeza y legalidad de los resultados comiciales, permitieron la alternancia y colocaron a México entre las naciones democráticas.Pero la democracia no produce crecimiento económico ni genera empleos. No insistamos en pedirle lo que no da, ni en eludir los cambios necesarios con reformas políticas que, por importantes que sean, no suplirán lo que a México le falta.

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