martes, 19 de enero de 2010

CHILE, EL COSTO DE LA FRACTURA

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

La derrota de la Concertación chilena -Democracia Cristina (DC) y Partido Socialista (PS)- y de su candidato presidencial, el ex presidente Eduardo Frei, pone punto final a una positiva experiencia de dos décadas. El balance de sus gobiernos es favorable, casi desde cualquier ángulo que se le enfoque. La presidenta Bachelet concluye su mandato con una aceptación del 80% Y sin embargo, el candidato de la derecha, Sebastián Piñera, apoyado por una alianza de partidos herencia del pinochetismo y otros de reciente creación, se alzó, en segunda vuelta, con la victoria. Frei y Bachelet dieron ejemplo al reconocer, de inmediato, la victoria del ganador. Para Chile se abre una nueva etapa, fundada -para bien de los chilenos- en la madurez de sus instituciones y de sus partidos. Es la hora de la alternancia, y también de analizar las causas de la derrota de la Concertación, tema importante para la izquierda latinoamericana.La alianza de centro-izquierda en Chile tuvo como cemento la pelea en contra de las pretensiones de Pinochet de perpetuarse a través de un referéndum. La batalla por el "NO" se ganó gracias a la articulación de la DC y el PS, históricos adversarios que dejaron de lado sus diferencias, poniendo por delante una propuesta centrista, de elevado compromiso social, que mereció el respaldo de la mayoría de los chilenos durante los últimos veinte años. Pero, como dice la conseja popular, "todo por servir se acaba".Los partidos de la Concertación mantuvieron sus propias estructuras, idearios y programas; nunca se plantearon la fusión orgánica en uno solo; situación explicable por la historia y trayectoria de cada uno de ellos. En un arreglo establecido en el origen por sus respectivas dirigencias, decidieron alternar la postulación del candidato presidencial; en 2009 el derecho correspondió a la DC. Pero un sector del PS, encabezado por el joven y carismático diputado, Marco Enríquez-Ominami, tronó contra el pacto fundador y pretendió disputar la candidatura. Fracasada su propuesta para una elección interna, rompieron con la Concertación y se lanzaron por cuenta propia. En la primera vuelta, quedaron en tercer lugar (20%) al costo de fracturar al electorado de centro-izquierda; cuando dieron su apoyo a Frei, era demasiado tarde.La fractura explica en buena parte la derrota, pero detrás está un asunto de mayor fondo: la prolongación del pacto fundacional entre la DC y el PS sin considerar el cambio en las condiciones sociales y económicas de buena parte de la sociedad y en el estado de ánimo del electorado chileno, cuya mayoría se distingue por su elevada politización, con lo que ello implica en términos de información y participación.Aunque la economía chilena es un ejemplo para las demás naciones del subcontinente, en su sociedad persisten, agudizadas por la crisis, condiciones de pobreza y marginación para un importante segmento, así como ausencia de oportunidades de empleo y progreso para la clase media, sustento del crecimiento observado en los años dorados. Por otra parte, hay una nueva generación de electores para quienes la epopeya de la resistencia en contra de la dictadura es historia, no vivencia personal. En dos décadas las motivaciones de esa parte del electorado chileno, quizá también para la que vivió la parte final de la dictadura, tienen nuevos resortes, lo que -al parecer- no fue entendido por la dirigencia de la Concertación y por su candidato.Que el ganador sea un empresario de vasta fortuna personal y corporativa, con relaciones más que conocidas con la dictadura de Pinochet, es un signo de las transformaciones ocurridas en la sociedad chilena. Los íconos del pasado y su heroísmo quedaron atrás. La aspiración de cambio se abrió paso no solamente en el amplio segmento del centro-derecha, sino también en una parte del electorado de centro-izquierda.Es muy probable que con la derrota terminará la Concertación; PS y DC deberán renovarse y competir, con la derecha ganadora y entre ellos mismos. Tendrán que dar vuelta a la página.

1 comentario:

Unknown dijo...

Comento el artículo del Sr. Alcocer.

Adjunto a comentarios puntuales, link a artículo de mi autoría, publicado en el diario El Comercio de Ecuador (http://ww1.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=329381&id_seccion=1)

Conozco el trabajo del Sr. Alcocer (me parece riguroso y positivo), pues hasta 2009 viví en México, donde fui corresponsal de una agencia internacional de noticias y articulista de El Excelsior.

Ahora radico en Chile, donde continúo ejerciendo el periodismo y el análisis.

Aclaro algunos puntos de la nota del Sr. Alcocer, pues son falsas.

El apoyo de Enríquez Ominami no garantizaba, ni aunque hubiese sido "no tardío", mayores adhesiones a Frei. De hecho, más de un tercio de quienes votaron por este candidato en la primera vuelta, en la segunda optaron por Piñera. Por diversos motivos terminó el ciclo de la Concertación y los ciudadanos, dentro de los parámetros institucionales, buscaron un cambio. El perfil del chileno ha mudado y la Concertación no supo interpretarlo.

La alta politización de los chilenos a la que se refiere Alcocer es una afirmación para tomarse con pinzas. De hecho, hoy el chileno medio es sobre todo pragmático y poco cree en máximas como que izquierda equivale a bueno y reforimista y derecha a "pinochetistmo" y conservadurismo. Lo dicen encuestas y se corrobora en la calle. La Concertación buscó revivir la dicotomía izquierda-derecha en el último tramo de la campaña, pero no le sirvió.

Otro punto a aclarar es que aunque persisten problemas de pobreza e inequidad, ni de lejos son en Chile del talante que afecta al resto de la región. La mayoría de la población es de la clase media, las estadísticas recientes lo indican. Además, últimas encuestas hablan de que los chilenos andan muy optimistas con su economía, a pesar de la crisis. La corrupción es muy baja y la seguridad pública alta.

Decir que Piñera tiene vínculos claramente pinochetistas es falso. Hay que revisar un poco la biografía de este señor para saber que voto por el NO en el plebiscito de 1989 y que se ha enfrentado varias veces a los talibanes de la derecha. Piñera ha sido senador y siempre se mostró de centro y liberal. Cierto que un sector del pinochetismo lo apoya y que recibirá presiones de este grupo, pero ni de lejos se espera que regresen las políticas de aquellos años.

Saludos. Diego Cevallos.