GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL
La dignidad, es el atributo que hace a todas las personas poseedoras de derechos humanos. Desgraciadamente la realidad histórica de nuestro país, muestra que sólo una minoría privilegiada tiene derecho a tener derechos, mientras a la mayoría de la población ese derecho le sigue siendo negado.
Diversas son las virtudes que acompañan a los derechos humanos haciendo posible su progresivo desarrollo e implementación. Se requiere de fortaleza para exigir los derechos propios y de ética para cumplir con los deberes recíprocos, el libre albedrío nos presenta un abanico de posibilidades, cada persona dentro de su sociedad, elige en cada momento quién quiere llegar a ser y la clase de mundo en que vivimos es producto de esa elección.
La terrible y desafiante paradoja de nuestra realidad social, la descarada contradicción entre el discurso de los derechos humanos y las atroces violaciones a los mismos, pone de manifiesto el coma que existe entre teoría y práctica, entre derecho y vida cotidiana, realidad que demanda el ejercicio del Estado y la participación de los ciudadanos. Como bien lo señaló Bobbio, el problema de los derechos humanos no es tanto teórico, sino más bien práctico.
El reto de los derechos humanos en México es su realización. Millones de personas en nuestro país permanecen en condiciones lamentables de pobreza, la gente se está muriendo por falta de alimentos adecuados, miles no disponen de condiciones higiénicas básicas, no tienen una vivienda digna, sufren un sin fin de enfermedades y no cuentan a una atención médica adecuada, ni tienen acceso a la educación —sólo por mencionar algunas violaciones—, millones de mexicanos y mexicanas hoy en día se siguen preguntado si ¿vivir dignamente es un derecho de todos o solamente de unos cuantos?
Fernando Savater, mencionó desde 1998, que “la gran revolución política del siglo XXI será, sin ninguna duda, el proyecto de extender de forma efectiva los derechos humanos a todas las personas (...) algo se ha hecho, queda mucho todavía por hacer. Pero si fracasamos, lo que nos espera no es una civilización diferente, sino una barbarie tecnificada, consumista, reforzada por la nefasta superstición que los humanos tenemos que dedicarnos a cultivar nuestras diferencias insolubles y no a proteger institucionalmente nuestra humanidad común."
Necesitamos que nuestro próximo Gobierno Federal, esté dirigido por personas aptas para gobernar, personas que posean una amplia capacidad ética, que se indignen ante la presencia de la injusticia, la violencia, la inseguridad, la corrupción y la impunidad que son las normas que rigen actualmente nuestra sociedad.
Ser bueno cuesta, es una constante lucha, es la lucha de la gente de bien, un intento de dignificar al ser humano y de intentar hacer de ésta inmensa bola de dolor, que es el mundo, un lugar más apacible que saque lo mejor que todos llevamos dentro.
Felix García Moriyón
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