miércoles, 22 de febrero de 2012

SOMOS LIBRES NO ACARREADOS

JAVIER CORRAL JURADO

En 1986, al panismo de Chihuahua se le conoció nacional e internacionalmente por su heroica lucha contra el fraude electoral que impuso a Fernando Baeza como gobernador de la entidad.
Fue burdo el fraude y cínica la respuesta oficial ante un reclamo tan simple pero tan trascendente como lo fue la exigencia de democracia. Epica gesta la de los chihuahuenses que lograron desnudar ante el mundo la vileza del sistema priísta en su peor rostro, y fueron valientes las acciones de resistencia civil con que el pueblo enfrentó a los usurpadores. Dos estribillos retumbaron por doquier, en plazas, barrios y colonias: "Barrio sí, Baeza No", y "Somos Libres, No acarreados". Aún adolescente, me tocó ser actor y testigo de aquella afrenta, en primerísima fila. A 25 años de aquel episodio que le marco la vida a miles de familias en Chihuahua, el panismo vuelve a ser conmocionado por varias de aquellas prácticas fraudulentas y es motivo nuevamente de la atención nacional, sólo que ahora con una diferencia: esas trampas de manufactura priísta son puestas en práctica dentro del PAN por algunos de sus actores políticos.
Así como el 3 de julio de 1986 marcó la vida de muchos ciudadanos en mi estado, es posible - sobre todo si no se repara el agravio - que este pasado 19 de febrero deje también honda huella de decepción e indignación entre miles de panistas de mi tierra.
El 19 de febrero, el PAN convocó a un proceso abierto a sus miembros activos, adherentes y simpatizantes en general que tuvieran credencial para votar. Como ya lo había hecho en esta entidad en dos ocasiones anteriores: en el proceso para elegir candidato a gobernador en 2004 y en el 2010. Nos inscribimos tres precandidatos: Cruz Pérez Cuéllar, ex presidente estatal del PAN y autor intelectual y material del llamado “Batopilazo”, así como Carlos Borruel, exalcalde de la capital del estado, participante también de aquella coalición en mi contra y un servidor.
La precampaña duró 60 días, y desarrolló cinco foros regionales de propuestas. Los tres precandidatos hablamos de juego limpio, de los valores del PAN que nos animan y mis competidores ofrecieron públicamente hacer las cosas bien. A lo largo de la precampaña, diversos periódicos digitales e impresos en el estado, así como estaciones de radio, realizaron once sondeos de opinión. En todos, incluso en los medios de mayor animadversión hacia mi trabajo político, obtenía una amplia ventaja sobre mis competidores. En ciudades como Cuauhtémoc los resultados marcaban 64 por ciento de las preferencias, a Borruel en un segundo lugar y a Perez Cuellar un lejano tercer lugar; incluso los sondeos del Diario de Chihuahua y Juárez me otorgaron en sus dos encuestas mas del 50% de las preferencias. Sólo en una encuesta, contratada por el precandidato Carlos Borruel, este obtenía el primer lugar, yo el segundo y Cruz Pérez Cuéllar el tercero.
Pero el 19 de febrero todo cambió. La prometida civilidad de los contendientes se guardó en el cajón, porque se pusieron en práctica varias acciones fraudulentas. La principal de ellas fue el acarreo masivo de miles de personas para sufragar en favor de Perez Cuellar y Carlos Borruel, con el ofrecimiento de despensas y cien pesos por voto.
Se calcula que en esta operación se llevó a votar por ambos candidatos a más de veinte mil personas en todo el Estado que, no solamente no tenían ninguna relación con el partido en términos de simpatía, sino que en su gran mayoría, particularmente en Ciudad Juárez, esas personas pertenecen a diversos seccionales del PRI, como lo documentaron en sus crónicas y fotografías los reporteros del Diario de Juárez, edición 20/II/2012 página 3A.
El operativo de acarreo masivo no solo fue insultante para la dignidad de miles de personas, uno de los principios fundamentales del PAN, sino que se constituyó en una cadena de delitos, pues a la compra y coacción del voto, al condicionamiento a través de una despensa, se le sumó el abierto y descarado rebase de los topes de campaña. Sólo en Ciudad Juárez se tienen fotografías en las que se identifican más de 40 unidades de transporte público urbano, así como la utilización por parte de Borruel, de camiones del Colegio de Bachilleres, institución que depende del gobierno del estado. El acarreo de votantes se dio en todo el Estado, de manera ostensible en los municipios de Meoqui, Delicias, Guerrero, Chihuahua, y el más descarado Ciudad Juárez. En todos estos casos se tienen fotografías, video grabaciones, actas notariales y testimonios escritos de nuestros representantes, así como actas de protesta de los propios funcionarios de las casillas.
Ante la burda maniobra, y toda vez que los camiones esperaban afuera de los centros de votación, se logró recabar testimonios, tanto de las personas acarreadas como de nuestros representantes. Circulan ya varios de esos vídeos por la red y en YouTube bajo el título "cochinero en Juárez 1, 2 y 3...", así como diversos reportajes audiovisuales de "eldiariotv". El notario Público Javier Ignacio Camargo Nassar documentó el acarreo en varios centros de votación.
El plan de acarreo fue concebido con toda anticipación y a ello contribuyó una decisión estratégica para facilitar la llegada masiva. Los centros se colocaron bajo un criterio estrictamente discrecional de la comisión estatal de elecciones que encabeza el crucista Alfonso Valdez Caraveo, se violentó el criterio de que fueran tomados en cuenta los comités municipales. Existen oficios del CDM de Chihuahua, Cuauhtémoc y Cd Juárez donde se hace constar la inconformidad por no haber atendido el criterio de ubicación sugerido por las autoridades locales del partido.
Ante estas evidencias, el CDM del PAN en Ciudad Juárez sesionó de manera extraordinaria el lunes 20 de febrero, con la asistencia de 17 de sus 18 integrantes, en forma unánime determinaron solicitar la anulación de todo el proceso para la elección de los candidatos al Senado. Sumado a lo anterior, los centros se publicaron con direcciones distintas a donde finalmente se ubicaban, práctica priísta conocida como “el ratón loco”.
Sólo en Juárez el acarreo supuso una movilización de más de diez mil personas, aunque no todas pudieron votar, entre otras cosas porque hubo funcionarios que tomaron la decisión de parar el proceso, como en el caso de la casilla 15, en donde Enrique Torres Valadez, quien fungió como secretario, explicó que lo hizo "por exceso de acarreo". En la ciudad con el más alto porcentaje de abstencionismo de todo el país, a los más pobres de las colonias populares se les desató una euforia para votar por Cruz Pérez Cuéllar y Carlos Borruel.
Todos estos actos absolutamente contrarios a los principios y valores del PAN mancharon la imagen de nuestro partido en el estado de Chihuahua y en el otrora bastión panista en el norte de México: Ciudad Juárez. Una ciudad lastimada como ninguna otra del país por la violencia criminal de las mafias del narcotráfico. El resultado es absolutamente desproporcionado a lo que sucedió en otros municipios y centros de votación en los que el acarreo no se dio.
Un dato es muy significativo del efecto determinante que tuvo el acarreo en el resultado final del 19 de febrero: en los centros de votación que se instalaron en los comités directivos municipales del partido, en donde solo podían votar los miembros activos, el resultado fue radicalmente distinto a los del acarreo, y en la inmensa mayoría vencí a mis competidores en proporciones de tres a uno, cuatro a uno.
Es importante mencionar que también esta decisión de concentrar a los miembros activos en los comités municipales tuvo el claro propósito de alejarlos del conocimiento y vivencia directa de lo que estaba pasando en los centros de votación abierta.
Sí, fui en su momento el aspirante que más insistió en un proceso abierto, basado en la buena fe, y suponiendo que los votantes participarían de manera libre. Ahora el precandidato que se asume triunfador de la contienda, Pérez Cuellar dice cínicamente: "yo no tengo la culpa de que el proceso sea abierto".
Nunca me imaginamos que dos miembros del PAN pudieran realizar una operación de acarreo masivo, los dos beneficiándose a su manera y estilo, con estructuras del PRI, pues tanto Cruz Pérez Cuellar recurrió a seccionales a través de operadores del alcalde de Ciudad Juárez Teto Murguía como el mismo Borruel, que ni más ni menos nombró como su suplente a la lideresa priísta, ex directora de desarrollo económico del alcalde Murguía, Soledad Máynez.
Lo más dramático de esta degradante como inmoral acción de utilización de la pobreza, la indigencia, el hambre de los más pobres, es sumarle el engaño, pues a quienes no pudieron votar porque se agotaron las boletas no les cumplieron con la entrega, como lo demuestra otro video en el que lideresas priístas se presentan a reclamar en el PAN el pago de 950 despensas para la gente que fue a votar de la colonia México 68 y no lo pudieron hacer porque se agotaron las boletas, "pero eso no es problema de nosotros", dice una señora.
Lo acontecido es una afrenta no solo a quienes jugaron limpio, participaron de buena fe y votaron en libertad, es un atropello a la lucha histórica del pueblo de Chihuahua, por tener un sistema democrático y partidos confiables, honestos. Es una afrenta a la dignidad del panismo en la que no han reparado las ambiciones personales de Cruz Pérez Cuellar y Carlos Borruel. Dejarlo pasar, sería un acto suicida para Acción Nacional en Chihuahua, y un irreparable daño en la confianza ciudadana.
En la conciencia de lo anterior, baso mi absoluta confianza en que los órganos del PAN anularán completamente este proceso y repondrán el método democrático sobre el acarreo insultante. De lo contrario sería uno de los más graves retrocesos en la vida política del PAN.  

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