PURIFICACIÓN CARPINTEYRO
No hace un mes que el presidente Felipe Calderón Hinojosa acudió a Televisa para -según el comunicado de Presidencia- "sostener un encuentro con directivos y editorialistas de dicha empresa [para intercambiar] puntos de vista sobre la situación nacional".
Supongo que no es usual que cualquier empresa tenga el honor de recibir en sus instalaciones al presidente de la República, sin tener en la agenda anuncios de inversiones, proyectos, propuestas. Pero Televisa no es cualquier empresa: es el grupo mediático que concentra 70 por ciento del mercado de la televisión abierta, 65 por ciento de la televisión de paga, además de contar con estaciones de radio, publicaciones y otros medios informativos.
En la realpolitik a nadie sorprende que el presidente Calderón conceda tales canonjías al poderoso grupo televisivo; las buenas relaciones con los poderosos medios son fundamentales al buen gobierno del país. Pero en el contexto de la contienda electoral por la Presidencia y la renovación del Congreso de la Unión, que ya inició, abre la puerta a suspicacias.
Casualmente, la visita se dio en un momento en el que, además de ser cuestionable en el ámbito de la política nacional, abrió la puerta a las sospechas: apenas días después, las principales agencias que regulan a ese grupo televisivo habrían de adoptar resoluciones de la mayor relevancia para el país y para los intereses de la televisora.
Dice el refrán popular que "el que con leche se quema hasta al jocoque le sopla". Y es que la coincidencia en fechas y la trascendencia de los asuntos que fueron resueltos en ellas me remiten a lo sucedido hace seis años.
En 2006, los días 2 y 3 de febrero, los entonces candidatos a la Presidencia de la República acudieron a la convocatoria de Emilio Azcárraga Jean para presentarse ante los integrantes del Consejo de Administración de la televisora a puerta cerrada. Dos meses después, "bajo presión" y en el contexto de las elecciones presidenciales -según lo declarado por algunos legisladores-, la Cámara de Diputados aprobó en siete minutos las infames reformas legales conocidas como "Ley Televisa", que posteriormente pasó sin modificaciones por el Senado.
Pues bien, como si el escenario estuviera preparado para la conmoción y una posible negociación, en el transcurso de los 10 días siguientes a la visita del Presidente a Televisa:
· La Cofeco negó su aprobación a la operación de compra del 50 por ciento de Iusacell por Grupo Televisa, y su sociedad con Grupo Salinas, argumentando que "la concentración, en los términos planteados por las empresas, no se reduce a una coinversión en Iusacell, sino que induce casi forzosamente la coordinación entre ambos grupos económicos en todos los mercados en los que coinciden";
· Con cuatro votos a favor y uno en contra -del Comisionado Presidente-, el Pleno de la Cofetel decidió aplazar la votación sobre el proyecto del Programa para la licitación de nuevas cadenas de televisión abierta que compitan con los dos grupos televisivos que hoy concentran el 95 por ciento de ese mercado "hasta considerar que han quedado atendidos elementos que están fuera del ámbito de la competencia de la Comisión";
· La Secretaría de Comunicaciones y Transportes hizo público el resultado del estudio encomendado a la OCDE, sobre políticas y regulación de telecomunicaciones en México, en el que se destaca lo que todo mundo sabe: que el desempeño de los mercados de las telecomunicaciones en México es altamente insatisfactorio, por la aberrante concentración de mercado por el binomio Telmex-Telcel, que hace necesaria la adopción de medidas urgentes para propiciar la competencia; y la necesidad de que el gobierno otorgue la tercera y cuarta "licencias de televisión abierta", para garantizar la pluralidad de medios;
· El secretario de Comunicaciones dio a conocer un plan de 10 "acciones para el fortalecimiento de la banda ancha y las tecnologías de la información y comunicación", que bien podrían ser el ideario de un gobierno que empieza, pero no de uno que termina; pero que puede representar una amenaza para Telmex-Telcel.
Pero las acciones y resoluciones adoptadas por las distintas dependencias del gobierno federal no son definitivas, y en ello radica el quid del asunto.
Las cartas están echadas para que la Cofeco, la Cofetel y la Secretaría modifiquen sus criterios y propuestas de acciones, o los confirmen; y para que, en contrapartida, los poderosos grupos mediáticos ajusten sus políticas editoriales para defender sus intereses. En esta, nuestra teledemocracia, todo es posible: hasta la visita del Presidente.
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