sábado, 2 de enero de 2010

PREPARANDO EL BICENTENARIO

FERNANDO SERRANO MIGALLÓN

El año que pronto iniciará vendrá cargado de memorias, de mitos y de mucha historia. Al contrario de lo que algunos puedan creer, no existe algo así como ese pequeño milenarismo de bolsillo que nos hace creer que cada año décimo de siglo algo terrible pasa en México, el hecho es que sólo ha sucedido en el XIX y en el XX, lo cual no es mucho para crear leyes históricas — si es que eso es posible—, y que nada espectacular pasó en el XV, el XVI ni en los otros; lo que es verdad es que se nos presenta una excelente oportunidad para reflexionar sobre nuestro ser nacional, sobre nuestra identidad y sobre nuestro destino. Parece que todos debiéramos prepararnos para las celebraciones del Bicentenario y el Centenario de nuestras gestas históricas. Se puede, por ejemplo, dar una mirada a la literatura histórica de nuestro país. Para algunos, la historia es una pasión, un encuentro con los rostros del ayer, con las voces antiguas que, como decía Quevedo, nos permiten escuchar con nuestros ojos a los muertos; pero, parte de nuestra mala educación, nos hace huir de los libros de historia como si fueran, por sí mismos, plagas que más valiera exterminar. Los escritores han construido términos medios en los que los profesionales y los legos de la historia pueden sentirse a gusto y que, a final de cuentas, nos pueden ayudar a todos a hacernos una idea mejor de nuestro pasado y entender mejor nuestro presente: uno de ellos es la novela histórica. Para prepararse para el Bicentenario y el Centenario, un magnífico ejercicio es dedicar tiempo a leer y releer novela histórica sobre nuestro propio pasado. Existen novelas históricas sobre todos los momentos de nuestro devenir y se puede decir que todo buen escritor mexicano se ha dejado seducir por Clío, la musa de la historia. Comencemos por el primero de los escritores nacionales y el último de los coloniales, el protointelectual mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, que más que escribir una novela histórica dibujó un cuadro completo sobre la vida al inicio de nuestra vida independiente, El periquillo Sarniento; desde luego, aquel Fernández de Lizardi dejó una progenie generosa, en el primer siglo de nuestra vida independiente, otros como Manuel Payno y Los Bandidos de Río Frío, junto con La navidad en las montañas, de Ignacio Manuel Altamirano. Pero si se trata de encontrar a un autor contemporáneo sobre aquel tiempo de los bisabuelos, nadie debe omitir Los pasos de López de Jorge Ibargüengoitia. Si se quiere completar el cuadro del siglo XIX mexicano, es necesario mirar una de las novelas monumentales de la cultura nacional: Noticias del Imperio, de Fernando del Paso. Sin que sean noveladas, las crónicas también ocupan una lectura suculenta de la que nadie puede salir defraudado, por un lado las ligeras en formato y espacio, como el México en una nuez, de Alfonso Reyes y de él mismo, Visión de Anáhuac y La vida en México, de Madame Calderón de la Barca. A todos parecen gustar las listas exhaustivas de libros, demos apenas un asomo, el resto, como en la historia, guarda su mayor tesoro en el descubrimiento.

No hay comentarios: