Restan pocas horas a este funesto 2009 y aún así cuesta esperar a que termine. Este año, que será recordado por la crisis generalizada que tiñó de desesperanza e inseguridad a la población, provocó un desánimo casi palpable que afectó hasta a los más irredimibles optimistas. Afortunadamente para muchos, las fiestas decembrinas sirvieron para abstraerse del agobio; aunque el despertar de enero será un latigazo que nos regrese a una realidad cruenta, vistos los incrementos en impuestos y en los precios de bienes y servicios prestados por el gobierno federal, por los estados y los municipios, cuyos efectos inflacionarios ya repercutieron en el precio de los productos de la canasta básica.
El 2009 agoniza, y en telecomunicaciones un año más pasa sin que la sociedad se beneficie de mayor competencia, de la verdadera convergencia, y de la participación de nuevos grupos mediáticos a través de los que tenga acceso a una mayor diversidad de fuentes de información. En este sector, cualquier esfuerzo por dar un paso al frente conlleva al riesgo de terminar dos pasos atrás. Tal es el poder de los grupos que lo dominan, y tal la flaqueza del Ejecutivo y del Congreso, que una vez más optaron por la inacción, anteponiendo los intereses partidarios a los de la nación.
Pese a todo el nuevo año pinta mejor. Las proyecciones macroeconómicas prevén que durante el 2010 se revertirá la caída y se retomará un moderado crecimiento. Y aunque la recuperación será insuficiente para compensar el daño de una contracción económica de casi el 7 por ciento, mejores expectativas generarán un ambiente propicio para la inversión y la generación de fuentes de empleo.
También el 2010 deberá ser el año de las transformaciones que fortalezcan las instituciones y promuevan la verdadera democracia. Esperamos el debate serio y necesario para llevar a cabo la inaplazable reforma del Estado, a través de la que se haga realidad el principio consignado en nuestra Constitución Política que establece que "Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste".
Frente a la crisis política, económica y de seguridad por la que atraviesa el país, sería inconcebible que la clase política no estuviera consciente de la necesidad de aplicar cambios de fondo para retomar el camino del progreso, aunque ello requiera anteponer el interés nacional a las posiciones partidarias. No cabe duda de que los actores de la vida política del país reconocen que un segmento relevante de la ciudadanía ya no está dispuesto a quedarse inactivo ante la omisión. Saben que el avance tecnológico ha dotado a la sociedad civil de una herramienta de comunicación e interacción con el potencial de alterar la dinámica tradicional de la política.
Entienden que en México ya hay más de 20 millones de internautas ávidos de realidad y con carácter participativo. Personas letradas que a través de las redes sociales virtuales que prosperan en internet se comunican con cientos de miles de individuos localizados en las más diversas ubicaciones, haciendo prácticamente imposible trastocar información o acallar la crítica.
Estas redes sociales, que de virtuales sólo tienen la herramienta tecnológica que las sustenta, interactúan, promueven acciones, debaten conceptos y se organizan; y en momentos decisivos son capaces de conformar grupos de opinión con el potencial de generar reacciones en cadena para apoyar o condenar acciones u omisiones de la clase política y sus integrantes.
Así lo demostró el movimiento del "voto nulo", cuya paternidad muchos reclaman, pero que sólo puede ser atribuible a la consciencia colectiva generada por la interacción masiva en la internet, y que sirvió de ensayo para probar que aunque nada se ha hecho por diversificar el control de los medios tradicionales de comunicación masiva, su poder disminuye en la medida en que estas redes sociales virtuales crecen.
En este contexto, y ante la apremiante necesidad de llevar a cabo transformaciones de fondo que resulten en la reforma del Estado, el 2010 pondrá a prueba la estatura de nuestra clase política, cuyas acciones u omisiones quedarán exhibidas ante un segmento relevante de la sociedad que los estará observando desde la cercanía de sus computadoras, sin maquillaje que trastoque sus verdaderos motivos.
Algunos pensarán que es utopía, pero en 2010 la ciudadanía puede hacer realidad que el poder público dimane del pueblo, convirtiéndose en el verdadero factor de cambio.
El 2009 agoniza, y en telecomunicaciones un año más pasa sin que la sociedad se beneficie de mayor competencia, de la verdadera convergencia, y de la participación de nuevos grupos mediáticos a través de los que tenga acceso a una mayor diversidad de fuentes de información. En este sector, cualquier esfuerzo por dar un paso al frente conlleva al riesgo de terminar dos pasos atrás. Tal es el poder de los grupos que lo dominan, y tal la flaqueza del Ejecutivo y del Congreso, que una vez más optaron por la inacción, anteponiendo los intereses partidarios a los de la nación.
Pese a todo el nuevo año pinta mejor. Las proyecciones macroeconómicas prevén que durante el 2010 se revertirá la caída y se retomará un moderado crecimiento. Y aunque la recuperación será insuficiente para compensar el daño de una contracción económica de casi el 7 por ciento, mejores expectativas generarán un ambiente propicio para la inversión y la generación de fuentes de empleo.
También el 2010 deberá ser el año de las transformaciones que fortalezcan las instituciones y promuevan la verdadera democracia. Esperamos el debate serio y necesario para llevar a cabo la inaplazable reforma del Estado, a través de la que se haga realidad el principio consignado en nuestra Constitución Política que establece que "Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste".
Frente a la crisis política, económica y de seguridad por la que atraviesa el país, sería inconcebible que la clase política no estuviera consciente de la necesidad de aplicar cambios de fondo para retomar el camino del progreso, aunque ello requiera anteponer el interés nacional a las posiciones partidarias. No cabe duda de que los actores de la vida política del país reconocen que un segmento relevante de la ciudadanía ya no está dispuesto a quedarse inactivo ante la omisión. Saben que el avance tecnológico ha dotado a la sociedad civil de una herramienta de comunicación e interacción con el potencial de alterar la dinámica tradicional de la política.
Entienden que en México ya hay más de 20 millones de internautas ávidos de realidad y con carácter participativo. Personas letradas que a través de las redes sociales virtuales que prosperan en internet se comunican con cientos de miles de individuos localizados en las más diversas ubicaciones, haciendo prácticamente imposible trastocar información o acallar la crítica.
Estas redes sociales, que de virtuales sólo tienen la herramienta tecnológica que las sustenta, interactúan, promueven acciones, debaten conceptos y se organizan; y en momentos decisivos son capaces de conformar grupos de opinión con el potencial de generar reacciones en cadena para apoyar o condenar acciones u omisiones de la clase política y sus integrantes.
Así lo demostró el movimiento del "voto nulo", cuya paternidad muchos reclaman, pero que sólo puede ser atribuible a la consciencia colectiva generada por la interacción masiva en la internet, y que sirvió de ensayo para probar que aunque nada se ha hecho por diversificar el control de los medios tradicionales de comunicación masiva, su poder disminuye en la medida en que estas redes sociales virtuales crecen.
En este contexto, y ante la apremiante necesidad de llevar a cabo transformaciones de fondo que resulten en la reforma del Estado, el 2010 pondrá a prueba la estatura de nuestra clase política, cuyas acciones u omisiones quedarán exhibidas ante un segmento relevante de la sociedad que los estará observando desde la cercanía de sus computadoras, sin maquillaje que trastoque sus verdaderos motivos.
Algunos pensarán que es utopía, pero en 2010 la ciudadanía puede hacer realidad que el poder público dimane del pueblo, convirtiéndose en el verdadero factor de cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario