Tengo en mi mesa de trabajo, dos libros que quiero comentar, aunque me podría arrebatar el deseo de expresar mi más profundo desafecto a la forma en que nuestros representantes populares, tanto en las Cámaras como en los Partidos, han ido develando, difundiendo e impugnando, uno de los pactos más oscuros del México contemporáneo. Los libros son: "Moctezuma, el gobernante azteca", publicado por la prensa del Museo Británico, en ocasión de la exhibición que se realizó en dicho Museo del 24 de septiembre del año pasado al 24 de enero de este año. Por otra parte, y con el gran privilegio de estar generosamente dedicado, el volumen "Transición" de Carmen Aristegui cuya primera edición, por la Casa Grijalbo, data de noviembre del año pasado.
Son contadas las ocasiones en que hemos podido estar presentes en los grandes foros de cultura europeos, llevando un mensaje del arte y la historia de nuestros pueblos indígenas. Ahora, el Museo Británico presentó cuatro exhibiciones: El Primer Emperador, Adriano, Shah Abbas y Moctezuma, gobernantes de importancia en la historia mundial. Alrededor del noveno señor azteca, quien gobernó de 1502 a 1520, gira una espléndida exhibición que fue seguramente el remate de la obra de trabajo de Juan José Bremer en Londres. Moctezuma es más bien conocido en la historia nuestra por su encuentro con Cortés y su muy desventurado final, pero no por los diecisiete años en que fue Señor de los Aztecas e hizo extender el Imperio desde Michoacán hasta Guatemala y desde el Pacífico hasta el Golfo.
El libro se divide en ocho capítulos: Los ancestros de Moctezuma, la coronación, imágenes y sus símbolos de poder, la renovación de la naturaleza, el dominio militar y económico, la caída del Imperio, el renacimiento del México antiguo y repensando a Moctezuma. Para concluir, una narración de las actuales excavaciones en México-Tenochtitlan. En la exhibición aparecen reproducciones de códices como el Florentino, el Mendocino -que se encuentra en Oxford- y la Tira de la Peregrinación, magníficas vistas del Templo Mayor, copias de la Tira de la Peregrinación, imágenes del Tzompantli (muro de cráneos), estatuillas de barro, obsidiana, piedra y basalto, etc. Contiene también numerosas piezas que se guardan en el Museo Nacional de Antropología, en la Sala Azteca, en el propio Museo Británico, el Museo de la Cultura de Viena, la Biblioteca Nacional de París, el Museo de la Cultura de Hamburgo, el Museo del Estado de Berlín, la Galería de los Uffizi en Florencia, la Biblioteca Nacional de España, la Universidad de Glasgow, el Instituto de Arte de Chicago y el Museo Brooklyn de Nueva York, entre otros. Esta colosal muestra -en cuanto a su variedad y calidad- generó un notable interés entre el público británico principalmente.
Por otra parte, una de las periodistas más acreditadas en México realizó una serie de conversaciones con protagonistas mexicanos del periodo denominado "la transición". Con su culta, fina y acuciosa palabra, logró que sus veinte personajes transmitieran sus vivencias sobre la "transición" a la democracia. Ellos fueron protagonistas desde las más diversas perspectivas. Muchos son intelectuales, como Bartra, Fuentes, Krauze, Meyer, Monsiváis. Otros son políticos de viejos tiempos como Luis H. Álvarez, Camacho Solís, Bartlett, Creel, De la Madrid, Fernández de Cevallos, Fox, Labastida, Muñoz Ledo y Cárdenas. Hay aquí dos presidentes: Fox y De la Madrid. Algunos politólogos como Castañeda, Dresser, Granados Chapa y Woldenberg. Me sorprende la presencia de Espino, Labastida y Lujambio -por su intrascendencia-, así como la negativa de Salinas de participar. Este trabajo prodigiosamente sintético de Carmen comprende desde fines de los ochentas hasta nuestros días, y merece ya un alcance con nuevos actores.
Estoy cierto que después de la lectura de estos espejos y contra-espejos del México contemporáneo, el mexicano puede ubicar con mayor propiedad lo que se logró en la llamada transición, pero fundamentalmente, podrá comprender, en momentos de Centenarios y Bicentenarios, que dolorosamente, la experiencia de una transformación verdadera del país, fracasó, y los señores de la guerra... de la política del siglo pasado... se siguen enseñoreando en la atribulada tierra mexicana. ¿Qué diría de ellos Moctezuma, Señor de los Señores del Imperio Azteca, pueblo de donde tomamos mucho de los hábitos que hoy todavía nos persiguen?
Son contadas las ocasiones en que hemos podido estar presentes en los grandes foros de cultura europeos, llevando un mensaje del arte y la historia de nuestros pueblos indígenas. Ahora, el Museo Británico presentó cuatro exhibiciones: El Primer Emperador, Adriano, Shah Abbas y Moctezuma, gobernantes de importancia en la historia mundial. Alrededor del noveno señor azteca, quien gobernó de 1502 a 1520, gira una espléndida exhibición que fue seguramente el remate de la obra de trabajo de Juan José Bremer en Londres. Moctezuma es más bien conocido en la historia nuestra por su encuentro con Cortés y su muy desventurado final, pero no por los diecisiete años en que fue Señor de los Aztecas e hizo extender el Imperio desde Michoacán hasta Guatemala y desde el Pacífico hasta el Golfo.
El libro se divide en ocho capítulos: Los ancestros de Moctezuma, la coronación, imágenes y sus símbolos de poder, la renovación de la naturaleza, el dominio militar y económico, la caída del Imperio, el renacimiento del México antiguo y repensando a Moctezuma. Para concluir, una narración de las actuales excavaciones en México-Tenochtitlan. En la exhibición aparecen reproducciones de códices como el Florentino, el Mendocino -que se encuentra en Oxford- y la Tira de la Peregrinación, magníficas vistas del Templo Mayor, copias de la Tira de la Peregrinación, imágenes del Tzompantli (muro de cráneos), estatuillas de barro, obsidiana, piedra y basalto, etc. Contiene también numerosas piezas que se guardan en el Museo Nacional de Antropología, en la Sala Azteca, en el propio Museo Británico, el Museo de la Cultura de Viena, la Biblioteca Nacional de París, el Museo de la Cultura de Hamburgo, el Museo del Estado de Berlín, la Galería de los Uffizi en Florencia, la Biblioteca Nacional de España, la Universidad de Glasgow, el Instituto de Arte de Chicago y el Museo Brooklyn de Nueva York, entre otros. Esta colosal muestra -en cuanto a su variedad y calidad- generó un notable interés entre el público británico principalmente.
Por otra parte, una de las periodistas más acreditadas en México realizó una serie de conversaciones con protagonistas mexicanos del periodo denominado "la transición". Con su culta, fina y acuciosa palabra, logró que sus veinte personajes transmitieran sus vivencias sobre la "transición" a la democracia. Ellos fueron protagonistas desde las más diversas perspectivas. Muchos son intelectuales, como Bartra, Fuentes, Krauze, Meyer, Monsiváis. Otros son políticos de viejos tiempos como Luis H. Álvarez, Camacho Solís, Bartlett, Creel, De la Madrid, Fernández de Cevallos, Fox, Labastida, Muñoz Ledo y Cárdenas. Hay aquí dos presidentes: Fox y De la Madrid. Algunos politólogos como Castañeda, Dresser, Granados Chapa y Woldenberg. Me sorprende la presencia de Espino, Labastida y Lujambio -por su intrascendencia-, así como la negativa de Salinas de participar. Este trabajo prodigiosamente sintético de Carmen comprende desde fines de los ochentas hasta nuestros días, y merece ya un alcance con nuevos actores.
Estoy cierto que después de la lectura de estos espejos y contra-espejos del México contemporáneo, el mexicano puede ubicar con mayor propiedad lo que se logró en la llamada transición, pero fundamentalmente, podrá comprender, en momentos de Centenarios y Bicentenarios, que dolorosamente, la experiencia de una transformación verdadera del país, fracasó, y los señores de la guerra... de la política del siglo pasado... se siguen enseñoreando en la atribulada tierra mexicana. ¿Qué diría de ellos Moctezuma, Señor de los Señores del Imperio Azteca, pueblo de donde tomamos mucho de los hábitos que hoy todavía nos persiguen?
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