Cada quien da su versión pero el hecho vergonzoso es que firmaron un convenio ilegal en presencia de un testigo que no tenía por qué estar allí, el Secretario de Gobernación, y que por lo mismo se extralimitó en sus funciones y responsabilidad. Conforme al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales las coaliciones se deben basar en la materia electoral, sin recurrir a concesiones que desvíen tal contenido. A su vez un convenio es un acuerdo de voluntades cuyo elemento principal de validez es la licitud, o sea, que en el caso del convenio firmado entre el Secretario General de Gobierno del Estado de México, la Presidenta del PRI y el Presidente del PAN, y que hoy enturbia la transparencia de la democracia mexicana, la cuestión del IVA no era materia de ese acuerdo (aunque no se la haya mencionado expresamente). Y en lo tocante a que el PAN no se aliara con los partidos de izquierda para disputarle al PRI la elección del año 2011 en el Estado de México, es en estricto purismo político, tan desdeñable para los pragmáticos de la política, una cosa absolutamente ajena al verdadero ejercicio democrático donde se le deja al pueblo sin condicionamiento alguno elegir y decidir en un dilatado espectro de libertad. En otros términos, dicho convenio es ilícito por su contenido turbio, mañoso, que pone de relieve cómo se manosean los intereses de los electores: "yo te apoyo en lo que no creo y que es el aumento porcentual del 15 al 16 en el IVA, pero en cambio tú no te coaligas con partidos de izquierda". ¿Y el pueblo? Mirando sorprendido, desilusionado, impotente. Y para colmo el Secretario de Gobernación estampa su firma en tan vergonzoso documento. ¿Como testigo de calidad? ¿De cuál? En todo caso los coludidos en ese convenio debieron solicitar la firma del Presidente del IFE, ya que éste Instituto es el encargado constitucionalmente de organizar las elecciones federales. Hoy cada quien, repito, da su versión. Se medio culpan y disculpan. Sin embargo lo evidente es que una forma grosera, burda, del pragmatismo político se nos viene imponiendo en nombre de una realidad dizque insoslayable.
Me explico. Le oí decir a Jorge Castañeda, en una entrevista que le hicieron en la radio, que el canciller Bismarck decía que hay dos cosas que el pueblo no debería ver en su fabricación: las salchichas y las leyes. Palabras de un militar rudo. Lo que me pregunto al respecto es si la famosa Constitución de Weimar, que el canciller cito e invocó tantas veces, se elaboró a base de concesiones odiosas. Y me digo que no. Me parece que Castañeda medio justificaba lo del convenio vergonzoso, afirmando que es una práctica habitual en el mundo de la política. Puede ser, pero eso no le quita su condición sucia. ¿Así se hacen las leyes? Para mí que las malas leyes. El derecho no es eso; tal vez lo sean las salchichas. Vivimos en un mundo imperfecto y hay que luchar por irlo mejorando. La apatía y la resignación son aquí sinónimos de pobreza intelectual y moral. Y precisamente hay que proponerse en la democracia y en el derecho que las leyes sean el resultado de la vinculación entre la capacidad jurídica y las necesidades de los gobernados. Ya sabemos que hay tácticas y estrategias políticas. No obstante hay también un límite. Los arreglos son cosa cotidiana en todos los espacios de la vida social. Se aviene, se concilia, pero no se debe jugar con la economía del pueblo. ¿Qué hacía el manoseo del IVA en ese convenio? Es la inmoralidad presente. Qué palabra tan rara, tan poco usual en el ejercicio político. ¿Pero qué acaso los actuales dirigentes del PAN ignoran -¿lo han olvidado?- que sus más conspicuos representantes ideológicos, citando a los clásicos y a los neoclásicos para decirlo de alguna manera, han insistido hasta el cansancio en que la política se moralice? El PAN ha hecho suya la idea aristotélica del bien común. ¿Lo que ha pasado entre la Secretaría de Gobernación, el PAN y el PRI obedece al bien común? Incluso en su momento se tildó de ingenuos a aquellos ideólogos. Su discurso parecía nada más un método inofensivo de oposición, leal o desleal, ante la turbulencia pragmática del PRI. ¿Y es moral que el IVA haya sido el punto de referencia de una concesión absolutamente política? Valga decir: ¿qué las apremiantes necesidades del pueblo, reflejadas en los impuestos, se hayan utilizado en el tejemaneje de los políticos? Eso ya no es alianza sino destemplanza imperdonable. Hoy los vemos desdecirse, retorcer los argumentos, cambiar el sentido de sus palabras. No tienen perdón. No se los ha exhibido, se han exhibido ellos mismos. Han perdido credibilidad y sin duda merecen que se los denuncie ante las autoridades correspondientes. A ver si éstas actúan con independencia y decoro republicano.
En una admirable entrevista con periodistas extranjeros la Presidenta saliente de Chile, Michelle Bachelet, concluyó que en última instancia el poder sirve para hacer el bien. Se dice pronto y fácil pero es la verdad. La cito porque es una mujer de clase humana excepcional que ha dado el ejemplo de que aunque cueste trabajo y esfuerzo, a veces gigantesco, la política es un medio, debe serlo, para servir al pueblo y no para burlarse de él con estrategias burdas. Sonrían los cínicos y actúen con justa energía los que reclaman sanciones para los responsables.
Me explico. Le oí decir a Jorge Castañeda, en una entrevista que le hicieron en la radio, que el canciller Bismarck decía que hay dos cosas que el pueblo no debería ver en su fabricación: las salchichas y las leyes. Palabras de un militar rudo. Lo que me pregunto al respecto es si la famosa Constitución de Weimar, que el canciller cito e invocó tantas veces, se elaboró a base de concesiones odiosas. Y me digo que no. Me parece que Castañeda medio justificaba lo del convenio vergonzoso, afirmando que es una práctica habitual en el mundo de la política. Puede ser, pero eso no le quita su condición sucia. ¿Así se hacen las leyes? Para mí que las malas leyes. El derecho no es eso; tal vez lo sean las salchichas. Vivimos en un mundo imperfecto y hay que luchar por irlo mejorando. La apatía y la resignación son aquí sinónimos de pobreza intelectual y moral. Y precisamente hay que proponerse en la democracia y en el derecho que las leyes sean el resultado de la vinculación entre la capacidad jurídica y las necesidades de los gobernados. Ya sabemos que hay tácticas y estrategias políticas. No obstante hay también un límite. Los arreglos son cosa cotidiana en todos los espacios de la vida social. Se aviene, se concilia, pero no se debe jugar con la economía del pueblo. ¿Qué hacía el manoseo del IVA en ese convenio? Es la inmoralidad presente. Qué palabra tan rara, tan poco usual en el ejercicio político. ¿Pero qué acaso los actuales dirigentes del PAN ignoran -¿lo han olvidado?- que sus más conspicuos representantes ideológicos, citando a los clásicos y a los neoclásicos para decirlo de alguna manera, han insistido hasta el cansancio en que la política se moralice? El PAN ha hecho suya la idea aristotélica del bien común. ¿Lo que ha pasado entre la Secretaría de Gobernación, el PAN y el PRI obedece al bien común? Incluso en su momento se tildó de ingenuos a aquellos ideólogos. Su discurso parecía nada más un método inofensivo de oposición, leal o desleal, ante la turbulencia pragmática del PRI. ¿Y es moral que el IVA haya sido el punto de referencia de una concesión absolutamente política? Valga decir: ¿qué las apremiantes necesidades del pueblo, reflejadas en los impuestos, se hayan utilizado en el tejemaneje de los políticos? Eso ya no es alianza sino destemplanza imperdonable. Hoy los vemos desdecirse, retorcer los argumentos, cambiar el sentido de sus palabras. No tienen perdón. No se los ha exhibido, se han exhibido ellos mismos. Han perdido credibilidad y sin duda merecen que se los denuncie ante las autoridades correspondientes. A ver si éstas actúan con independencia y decoro republicano.
En una admirable entrevista con periodistas extranjeros la Presidenta saliente de Chile, Michelle Bachelet, concluyó que en última instancia el poder sirve para hacer el bien. Se dice pronto y fácil pero es la verdad. La cito porque es una mujer de clase humana excepcional que ha dado el ejemplo de que aunque cueste trabajo y esfuerzo, a veces gigantesco, la política es un medio, debe serlo, para servir al pueblo y no para burlarse de él con estrategias burdas. Sonrían los cínicos y actúen con justa energía los que reclaman sanciones para los responsables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario