Cada vez más personas expresan, de diversas maneras, su añoranza por los tiempos del autoritarismo priista, invocando su supuesta eficacia y eficiencia para atender las demandas y necesidades de la población mexicana y hasta alegando que sus acciones represivas fueron menores.
Algunos lo hacen de manera espontánea y hasta inocente, ante la creciente inseguridad que ha generado la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, y ponen como referencia que en el pasado esto no sucedía. Otros, lo hacen interesadamente porque pretenden generar una opinión pública favorable para la opción tricolor, que, aunque mantiene las mismas o peores prácticas que antaño, ha logrado generar una percepción de cambio.
Supuesta eficacia La supuesta eficacia y eficiencia priistas se funda básicamente en dos factores: uno, la brecha entre las expectativas y la realidad y, particularmente, con lo que esperaban que sucediera una vez que se había logrado la alternancia en la Presidencia de la República, que para muchos significó prácticamente un sinónimo de alcanzar la democracia y, por ende, se resolverían mágicamente todos los problemas nacionales; y dos, la ignorancia de que toda transición inevitablemente genera turbulencias, precisamente por las transformaciones que se tienen que generar y los vacíos que hay que llenar.
Retomó la definición de las dos transiciones del politólogo argentino Guillermo O'Donnell: la primera inicia en el momento en que empieza a desmoronarse el régimen autoritario y termina cuando se instala un gobierno democráticamente electo; y, la segunda, empieza precisamente en ese momento y culmina cuando se logra construir la institucionalidad democrática, es decir, la que permite no únicamente elegir democráticamente a las autoridades, sino también gobernar democráticamente y lograr un control ciudadano del poder. En México casi nada hemos avanzado en la segunda transición. Se derrumbó el presidencialismo metaconstitucional, pero no se ha construido nada en su lugar.
La idea de que el priiato no fue tan represivo descansa en la ignorancia, la desmemoria, el desinterés por desentrañar la verdad y la buena comunicación política del priismo que a través de todo tipo de prácticas (legales e ilegales) logró minimizar la difusión de sus acciones represivas.
Ambas expresiones por sí mismas son preocupantes; pero juntas incrementan de manera significativa el riesgo de una involución. Testimonios El pasado jueves 11 de marzo participé como comentarista en la presentación de los tres tomos que compilan los artículos que el ex candidato presidencial panista Manuel Clouthier del Rincón, publicó en el periódico “El Universal”. En el tomo que me tocó comentar el “Maquío” deja plena constancia de las prácticas represivas del viejo régimen; muestra como el amplio repertorio transitaba desde las actitudes, amenazas y las descalificaciones y denigraciones públicas hasta los encarcelamientos arbitrarios y las agresiones físicas, que en muchas ocasiones provocaron la muerte de los disidentes u opositores.
Por motivos de espacio, únicamente refiero las expresiones que significan pérdida de la libertad y la vida. En uno de los artículos narra el encarcelamiento de un joven yucateco de unos 25 años de edad, José Domingo Caamal Be, arrestado junto con Enrique Tun Hau, acusados de ser responsables del asesinato de su amigo Benito Oy Kamul, a quien trataron de auxiliar tras de que resultó herido en una manifestación de protesta por el fraude electoral en Chemax. La culpa de los jóvenes fue haber llevado al amigo herido a recibir atención médica; la declaración de un policía judicial fue suficiente para sentenciarlos a 9 años de cárcel.
En otro artículo narra cómo en una valla humana de más de ocho kilómetros en Ciudad Juárez, Chihuahua, la niña Teresa Ramírez Aguilar, de catorce años, fue alcanzada por una piedra aventada por cholos priistas que finalmente le causó la muerte. Para continuar con lo sucedido en Soyaltepec, Oaxaca, donde Cirilo Gerardo era asesinado por tres priistas al estar pegando propaganda del PAN. Y señala como con anterioridad, en esta misma región, dos indígenas mazatecos fueron asesinados el 5 de octubre de 1986 por los pistoleros del presidente municipal de San Pedro Ixcatlán.
Estos son sólo algunos ejemplos de las expresiones represivas del régimen autoritario. La gama era muy amplia y antes de recurrir a ella siempre buscaban lograr la sumisión por la vía de la compra, a través del otorgamiento de privilegios, prebendas o favores y era sólo hasta que agotaban este camino, cuando recurrían a las amenazas o pasaban a los hechos; pero independientemente de la vía, siempre se perdía la libertad de decisión, la autodeterminación, el libre albedrío. Ese era el costo por ese aparente orden comprado o impuesto.
Lento avance Cierto: no avanzamos ni lo suficiente ni a la velocidad requerida, pero regresar al autoritarismo es incrementar el problema, agrandarlo, ensancharlo.
La respuesta está en la construcción de un régimen democrático que permita la libre expresión de los pesos y contrapesos, los equilibrios indispensables para el funcionamiento de una democracia, la vigencia del Estado de Derecho y el sometimiento de los poderes fácticos, legales (como los oligopolios con prácticas monopólicas, en casi todos los ámbitos de la vida nacional) e ilegales (como el narcotráfico y la delincuencia organizada).
La solución está en la construcción de una institucionalidad y un orden democrático; no en regresar a un aparente orden autoritario, que tanto costó derrotar, como puede claramente leerse en la obra “Palabra de Clouthier”. Pero además el rostro represivo del régimen autoritario mexicano, todavía permanece vivo en varios estados mexicanos.— México, Distrito Federal.
Algunos lo hacen de manera espontánea y hasta inocente, ante la creciente inseguridad que ha generado la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, y ponen como referencia que en el pasado esto no sucedía. Otros, lo hacen interesadamente porque pretenden generar una opinión pública favorable para la opción tricolor, que, aunque mantiene las mismas o peores prácticas que antaño, ha logrado generar una percepción de cambio.
Supuesta eficacia La supuesta eficacia y eficiencia priistas se funda básicamente en dos factores: uno, la brecha entre las expectativas y la realidad y, particularmente, con lo que esperaban que sucediera una vez que se había logrado la alternancia en la Presidencia de la República, que para muchos significó prácticamente un sinónimo de alcanzar la democracia y, por ende, se resolverían mágicamente todos los problemas nacionales; y dos, la ignorancia de que toda transición inevitablemente genera turbulencias, precisamente por las transformaciones que se tienen que generar y los vacíos que hay que llenar.
Retomó la definición de las dos transiciones del politólogo argentino Guillermo O'Donnell: la primera inicia en el momento en que empieza a desmoronarse el régimen autoritario y termina cuando se instala un gobierno democráticamente electo; y, la segunda, empieza precisamente en ese momento y culmina cuando se logra construir la institucionalidad democrática, es decir, la que permite no únicamente elegir democráticamente a las autoridades, sino también gobernar democráticamente y lograr un control ciudadano del poder. En México casi nada hemos avanzado en la segunda transición. Se derrumbó el presidencialismo metaconstitucional, pero no se ha construido nada en su lugar.
La idea de que el priiato no fue tan represivo descansa en la ignorancia, la desmemoria, el desinterés por desentrañar la verdad y la buena comunicación política del priismo que a través de todo tipo de prácticas (legales e ilegales) logró minimizar la difusión de sus acciones represivas.
Ambas expresiones por sí mismas son preocupantes; pero juntas incrementan de manera significativa el riesgo de una involución. Testimonios El pasado jueves 11 de marzo participé como comentarista en la presentación de los tres tomos que compilan los artículos que el ex candidato presidencial panista Manuel Clouthier del Rincón, publicó en el periódico “El Universal”. En el tomo que me tocó comentar el “Maquío” deja plena constancia de las prácticas represivas del viejo régimen; muestra como el amplio repertorio transitaba desde las actitudes, amenazas y las descalificaciones y denigraciones públicas hasta los encarcelamientos arbitrarios y las agresiones físicas, que en muchas ocasiones provocaron la muerte de los disidentes u opositores.
Por motivos de espacio, únicamente refiero las expresiones que significan pérdida de la libertad y la vida. En uno de los artículos narra el encarcelamiento de un joven yucateco de unos 25 años de edad, José Domingo Caamal Be, arrestado junto con Enrique Tun Hau, acusados de ser responsables del asesinato de su amigo Benito Oy Kamul, a quien trataron de auxiliar tras de que resultó herido en una manifestación de protesta por el fraude electoral en Chemax. La culpa de los jóvenes fue haber llevado al amigo herido a recibir atención médica; la declaración de un policía judicial fue suficiente para sentenciarlos a 9 años de cárcel.
En otro artículo narra cómo en una valla humana de más de ocho kilómetros en Ciudad Juárez, Chihuahua, la niña Teresa Ramírez Aguilar, de catorce años, fue alcanzada por una piedra aventada por cholos priistas que finalmente le causó la muerte. Para continuar con lo sucedido en Soyaltepec, Oaxaca, donde Cirilo Gerardo era asesinado por tres priistas al estar pegando propaganda del PAN. Y señala como con anterioridad, en esta misma región, dos indígenas mazatecos fueron asesinados el 5 de octubre de 1986 por los pistoleros del presidente municipal de San Pedro Ixcatlán.
Estos son sólo algunos ejemplos de las expresiones represivas del régimen autoritario. La gama era muy amplia y antes de recurrir a ella siempre buscaban lograr la sumisión por la vía de la compra, a través del otorgamiento de privilegios, prebendas o favores y era sólo hasta que agotaban este camino, cuando recurrían a las amenazas o pasaban a los hechos; pero independientemente de la vía, siempre se perdía la libertad de decisión, la autodeterminación, el libre albedrío. Ese era el costo por ese aparente orden comprado o impuesto.
Lento avance Cierto: no avanzamos ni lo suficiente ni a la velocidad requerida, pero regresar al autoritarismo es incrementar el problema, agrandarlo, ensancharlo.
La respuesta está en la construcción de un régimen democrático que permita la libre expresión de los pesos y contrapesos, los equilibrios indispensables para el funcionamiento de una democracia, la vigencia del Estado de Derecho y el sometimiento de los poderes fácticos, legales (como los oligopolios con prácticas monopólicas, en casi todos los ámbitos de la vida nacional) e ilegales (como el narcotráfico y la delincuencia organizada).
La solución está en la construcción de una institucionalidad y un orden democrático; no en regresar a un aparente orden autoritario, que tanto costó derrotar, como puede claramente leerse en la obra “Palabra de Clouthier”. Pero además el rostro represivo del régimen autoritario mexicano, todavía permanece vivo en varios estados mexicanos.— México, Distrito Federal.
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