lunes, 9 de noviembre de 2009

DEBATIR (EN SERIO) LA ECONOMÍA

MANUEL CAMACHO SOLÍS

La economía de México estaba mal antes de la crisis, está peor desde entonces y no se ve cómo vaya a mejorar. Hacia atrás el problema principal son los malos resultados en crecimiento, empleo, innovación y concentración del ingreso. Hacia adelante el problema principal es la dificultad para debatir con el debido rigor y honestidad intelectual (las ideas económicas) y sobre cómo lograr lo que se necesita (la estrategia política).
La posibilidad real de crecer no pasa por resolver el problema fiscal del año con nuevos impuestos y un gasto público ineficiente, inercial, carente de prioridades. Tampoco por volver a sacar la bandera de las reformas estructurales neoliberales como dogma o justificación del fracaso.
Desde la crítica al neoliberalismo hay razones suficientes para la indignación moral por los resultados económicos y sociales de las políticas liberales de los últimos 25 años. También argumentos de fondo, cuando se señalan los privilegios, las prácticas monopólicas, el patrimonialismo de las privatizaciones y la necesidad de sanear y hacer más productivo el gasto público. Pero lo que no está suficientemente claro es cuál política de crecimiento, después de la crisis, puede generar crecimiento con equidad.
El fracaso es tan grande y los cambios en la economía mundial son tan profundos que estamos obligados, unos y otros, tanto liberales como antineoliberales, a salirnos de los tecnicismos y a hacernos las siguientes preguntas:
¿Cómo acelerar el crecimiento industrial, agropecuario y de los servicios para atender (como en India) el mercado interno que representan los excluidos, los pobres?
¿Qué tenemos que hacer para aprovechar nuestros considerables recursos humanos calificados para vincularnos crecientemente a la economía del conocimiento?
¿Cómo podemos salir de un capitalismo oligárquico y movernos hacia uno que sea innovador, sin provocar una disrupción mayor en la economía ni terminar entregando lo que queda al capital externo que seguiría ejerciendo prácticas monopólicas?
¿Cómo podríamos reformar en paralelo nuestro sistema fiscal y de seguridad social con equidad y poniendo fin al capítulo de los privilegios? ¿Qué debemos hacer frente a nuestra responsabilidad global ante el cambio climático y cómo aprovechamos esas políticas para ahorrar energía y desarrollar industrias más innovadoras?
¿Qué es posible hacer para que el sistema financiero sustente el desarrollo?
¿Cuál es la relación posible y deseable con la economía norteamericana después de la crisis? ¿Por qué Canadá está sólida y nosotros abatidos? ¿Si las manufacturas para el consumo serán menos dinámicas y el petróleo menos abundante, cuáles son las nuevas oportunidades? ¿Qué hacer si ellos recaen y pierden dinamismo en los próximos años?
Las respuestas no están a la vista. Las hay. Las resistencias son enormes, pero desde un punto de vista racional deberían ser menores que los costos que hemos pagado y seguimos pagando cuando no crecemos, no distribuimos, no innovamos, no dialogamos y además… creemos que tenemos la razón.

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