viernes, 6 de noviembre de 2009

LA LOCOMOTORA EUROPEA QUE AVANZA

HERMILIO LÓPEZ-BASSOLS

Como lo comentábamos Alfredo Halife y yo en Casa Lamm, la semana pasada, el mundo transita de la era unipolar -sombría, desgastante, costosa, dictatorial y genocida- a una multipolar donde existen varios centros de poder. Sin duda, el ocaso del Imperio está lejano -y lo digo por haber vivido más de diez años en misión diplomática en ese país tanto en Consulados Generales en Houston y San Diego como en la sede de la Organización de las Naciones Unidades (ONU) en Nueva York- más el alba -que bien quisiera que fuera con mayúsculas ALBA- de un nuevo horizonte internacional está ya ocurriendo. Quienes analizan ese fenómeno coinciden en que al ocaso del Reino Unido y Francia quedarán Estados Unidos y Alemania como las potencias occidentales y emergerán otras cuatro más a nivel mundial y en diferente momento, China, India, Rusia y Brasil a las que se une Japón. Es así que estamos ya en la pulverización del unilateralismo y el resurgimiento de un nuevo modelo multipolar. Dentro de este esquema no puede desconocerse que ha emergido una potencia política y económica de primera magnitud y es la Unión Europea.
Después del fracaso del Tratado Constitucional se enmendó el texto para ser aprobado en Lisboa y luego los 27 Estados tenían la obligación de ratificar, así lo hicieron los primeros 18 y luego aparecieron tres graves escollos: Irlanda, Polonia y la República Checa. Estos han sido subsanados, primero Polonia al aceptarse un anexo a los Tratados sobre la Carta de los Derechos Fundamentales, luego Irlanda reconsideró el "no" (recuerdo una publicidad en Dublín, una pareja en una relación sexual con la leyenda "vale más dentro que fuera") y quedaba el obstinado presidente checo Vaclav Klaus cuyo país recibió una fortuna en fondos de ampliación pero que ahora argumenta que su país pierde soberanía. Es así que los Tratados de Lisboa deberán entrar en vigor el próximo 1 de diciembre.
La Unión Europea está de pie, pujante, poderosa, unida, tranquila, conciente de que las responsabilidades futuras son enormes. Por una parte, se reestructura la presidencia anterior del Consejo para ahora crear la Presidencia de la Unión Europea. Varios candidatos se mencionan entre ellos el belga Herman Van Rompuy, Primer Ministro demócrata cristiano que por ahora ha doblegado ya la absurda candidatura de Tony Blair (el mismo de las Azores con Bush y Aznar, del mismo país que no acepta la moneda única y el espacio schengen y que concibe su relación con Estados Unidos como un atlantismo subordinado, como se vio en el caso de la guerra en Iraq). Por otra parte, la candidatura de Jean Claude Juncker, Primer Ministro de Luxemburgo, al que lo apoyan Austria y Suecia pero tiene la reticencia de Sarkozy y Merkel. Además, Jan Peter Balkenende, demócrata cristiano holandés, país que recordamos rechazó el proyecto de Constitución. Por hoy pareciera que la decisión de los 27 se inclina por Van Rompuy pero como bien ha dicho Sarkozy, los nombres de la primer vuelta no son necesariamente los vencedores en la última.
Además, el Tratado de Lisboa amplía las competencias del alto representante para la política exterior y crea el cargo de vicepresidente. Además, se crea el servicio exterior europeo -diplomáticos al servicio de la UE. que cubrirán el mundo-. Asimismo, en el Consejo se adoptarán más decisiones por mayoría cualificada en lugar de por unanimidad.
Quienes han quedado en una posición incómoda son los conservadores británicos que se sienten triunfadores en las elecciones de la primavera próxima y que habían anunciado que convocarían a un referéndum, en vista de la posición checa, ahora han renunciado a él.
Resta entonces la entrada en vigor del Tratado que será coronada con la Cumbre semestral que ahora le corresponde a Suecia, la que ha mostrado un gran talento diplomático en estas últimas y muy delicadas negociaciones. La presidencia la ocupará en enero España y Moratinos se ha encargado de venderla muy bien, más tengo la duda de si no será otro cambio de espejitos de los que nos tienen acostumbrados los españoles desde la llegada de Cortés.

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